jueves, 24 de mayo de 2012

Los Unicornios Intentando Soñar...


Eres una lanza que corta los aires, elevándote para volar a perforar mis entrañas. Eres como el fuego eterno que me condena a la perdición, una espiral sin retorno a la que arrojarme, a la que entregarme sin capacidad alguna de control.

Y tantas cosas podrían ser, si tu quisieras…
Solo queda la oscuridad, seca y cegadora.
Podría llamar a la pasión de mil maneras
Y no queda más que tu nombre, que me devora.

Ven aquí, quiero volver a perderme contigo por los montes de seda en los que cada noche Morfeo me cubre con su manto de ilusiones y terrores nocturnos. Quiero sentir tu cuerpo junto al mío, siendo una misma cosa, una simbiosis perfecta, una melodía que se acerca, irremediablemente, al acorde final.

Añoro tus labios, que invitaban al deseo,
y tus  formas fundiéndose en placer con mi ser.
Provocas en mi esencia un delicioso aleteo.
Pasa el tiempo y mi alma clama por volverte a ver.

Y al final, cuando todo parece una escultura nacida del cincel de Miguel Ángel, llegáis tú y tu martillo de mentiras y falsas sonrisas, y dinamitáis todo sin más. Traes el Apocalipsis a mis emociones, me arrancas el corazón, se lo arrancas de igual forma al cazador, y lo lanzas a la luna menguante, casi nueva, cómplice de tus engaños.

Y a pesar de todo, todo por ti lo daría.
Aunque me claves tus alfileres ponzoñosos.
Aunque arranques el mismo sol del cielo del día.
Aunque seas la causa de mis ojos llorosos…

No puedo evitar sentir que fuimos creados con el propósito de encontrarnos. ¿Nos creó acaso un dios macabro, infundiendo en nuestra naturaleza el deseo de autodestruirnos? Los besos fugaces dijeron lo contrario. Pero tus palabras, ¡ay, tus palabras!… Lanzadas al aire para matar como terribles saetas. Forjadas por un herrero especialista en armas de tortura. Tus palabras me flagelaron, arrancando de mi alma ilusa jirones de realidad.

No puedo evitar desear gritar a los astros.
Cuidado, no pises eso, son trozos de mi alma.
Te llevaste mi ilusión y borraste los rastros.
Me arrasaste, dejándome incapaz de hallar calma.

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