martes, 6 de noviembre de 2012

Eres...

Dedicado a la mujer que me roba suspiros y te quieros, que llegó a mi pensamientos para no abandonarlos jamás.



Eres la que me inspira,
La que mis sueños tejen,
La dueña de mis días,
Lo que mis labios beben.

¡Que tus besos abnieguen
el aire de mi boca!
¡Que tus manos se enreden
en mi cuerpo sin ropa!

Eres como una copa
de caricias doradas.
Como una noche corta.
Como un suspiro al alba.

Una canción alada
de melodía ardiente.
Una nota calada.
Un arpegio ascendente.

Es un sueño tenerte.
Tu mirada es el rayo.
Me derrito con verte.
Con toda el alma te amo.

domingo, 21 de octubre de 2012

Que robas mi razón solo con tu sonrisa

Dedicado a la mujer que desterró a Cronos de mi lado, haciendo que, en su presencia, el tiempo pierda todo sentido.

¿Cómo hacer que comprendas
que robas mi razón
solo con tu sonrisa?

¿Cómo lograr que entiendas
que hasta mi corazón
por ti, mi amor, daría?

Que ya no sé vivir si no es contigo.
Que el tiempo se detiene si te miro.
Que cada segundo te necesito.
Que para mí es como aire tu cariño.

¿Es que no te das cuenta
de que tú me haces falta
cada instante que vivo?

¿Es que no ves, princesa,
con cuanta fuerza te ama
este corazón mío?

Que busco en cada haz de sol tu sonrisa.
Que por tu calor mi esencia suspira.
Que soy tuyo y tú eres, cariño, mía.
Que te querré el resto de mi vida.

miércoles, 10 de octubre de 2012

5/10/2012

 Dedicado a la mujer que cada mañana, al despertar, me ofrece una razón para ser feliz con algo tan sencillo como su existencia.

Tenerte aún parece un sueño.
Eres el motor de mi alma.
Acaricias todo mi ser
Mientras te abrazan mis alas.
Ocasos quiero vivir
Perdido en esa mirada.
Rodeándote la cintura,
Inmerso en tu luz al alba.
Niña, soy por siempre tuyo.
Cielo y tierra mis palabras
Escuchan y también guardan.
Siempre vas a ser mi amada.
Ay, mi princesa dorada.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Nana del lobo dormido

Escucha la nana
del lobo dormido.
De andar solitario
de triste aullido.
Camina por bosques
de marchitos pinos.
Clava en cada presa
su mirar sombrío.
Después de la caza,
soledad y hastío,
ausencia y destierro,
Quimeras y olvido.


Ay mi pobre lobo,
cazas sin manada.
Corres por las tierras
de la gris mañana.

Nana de la sombra
que en silencio yace.
De besos que faltan.
Del dolor que nace.
Que nace en el alma.
Mientras el alma arde.
Fuego de la fragua
que forja la tarde.
Nana de los ríos
que mojan los valles.
Nana de la noche.
Nana del amante.

Ay mi pobre lobo,
cazas sin manada.
Corres por las tierras
de la gris mañana.

viernes, 20 de julio de 2012

Soñé que soñaba

Soñé que soñaba
con sueños soñados.
En la noche oscura
oía tus pasos.

Caricia de estrellas
de rostro marchito.
Caricia de polvo
de jara y espino.

Ausencia que quema.
Ausencia que agota.
Ausencia que vuela.
Ausencia que lloras.

Febril unicornio
que al alba despiertas.
Cántale al rocío
que moja la hierba.

Dame un beso helado
con tierna dulzura.
¡Ay, quién te tuviera
rodando en la espuma!

Me mandas tu nube
de pájaros negros
Yo me hundo en delirio,
Me fundo en deseo.

Soñé que tocaba
tu cuerpo desnudo.
En la noche oscura
tu fuiste mi mundo.

No había más lagos
que tus ojos claros.
No había más llanuras
que tu vientre plano.

Despierto en tinieblas,
llamaba tu nombre.
Buscaba tu aroma
a azahar, a bosque.

Soñé que temblaba
al notar tu aliento.
En la noche oscura
supe que te quiero.

miércoles, 18 de julio de 2012

El soñar contigo

El soñar contigo
toda el alma embriaga.
luz de astros celestes,
luz del sol al alba.

Me llegan quimeras
que arrastran tu aroma.
Fragancia prohibida
que huele a amapola.

Y a pastel caliente
que está en el alfeizar.
Y a cesped mojado.
Y a oscuridad ebria.

Como un árbol que arde
mi esencia ignita,
se renueva y cambia
a explosión de vida.

Que quiero tus formas
y todo tu ser.
Que ansío tu aliento.
Te quiero tener.

Compartir un beso
Y probar tus labios,
y rozar tu cuerpo,
Hasta el placer máximo.

martes, 26 de junio de 2012

Otra noche

Otra noche mirando el firmamento.
Esperas a la estrella que no llega.
Otra noche en la que ese sentimiento
Ante la lucidez no se doblega.

Otra noche navegando sin rumbo.
¿Cuando aprenderás a encontrar el norte?
Otra noche más das tumbo tras tumbo.
Esta hemorragia no hay quien la corte.

Otra noche silvas la melodía
de los surcos inciertos del destino.
Otra noche en que la melancolía
Será la que te muestre tu camino.

Otra noche que pasarás en vela.
¿Por qué se ha olvidado de ti Morfeo?
Otra noche en la que el poeta anhela
Y lo anhelado se queda en deseo.

Otra noche en la que se va haciendo añicos
la máscara que cubre tu mirada.
Otra noche en la que desde altos picos
se oye el eco de un alma condenada.


lunes, 25 de junio de 2012

El verano sabe como agridulce

El verano sabe como agridulce.
Hay ríos que bajan descontrolados.
Caminas chocándote contra un muro.
El roble continúa deshojándose.

¿Pensabas que no quedaban más golpes?
Rabia al ser deslumbrado por la luna.
Quieres el acorde que nunca llega.
Un rayo divide el cielo nublado.

Escuchas una campana a lo lejos.
¿Dobla por tu alma perdida y confusa?
Ya no soportas llevar esta máscara.
Otra vez a salir a flote solo.

Ni siquiera sabes qué ruta escoger.
Nada importa cuando llueven cristales.
Tienes que derribar al sol al vuelo.
La pesadilla nació de tus sueños.

domingo, 24 de junio de 2012

¿Por qué lo has permitido?

Ahora entiendo a aquel que murió de sed en el estanque. No es posible tocar las estrellas, pues en su titilar intermitente, nos despistan, desconciertan, desorientan. Y mientras tanto tu clamas por salir, gritando mientras golpeas los agrietados barrotes de tu prisión de ébano negro. Te contengo a duras penas, haciendo acopio de toda mi fuerza de voluntad. Cuanto tiempo aguantaremos así? Solo la luna lo sabe.

Y mientras la noche y el dia se confunden, mientras mezclan sus esencias para fundirse en la misma cosa, veo como el capricho del destino me otorga una nueva máscara. No, me niego a soportar su carga. No soy capaz de escuchar las gaviotas que sobrevuelan las playas de la unión simbiótica perfecta. Su sonido se me clava en el alma (y me pregunto como queda espacio para que se me claven más cosas).

En mitad de la nada. Ahí es donde pueden encontrarnos ahora mismo. En el más profundo vacío, aislados sin más compañía que la del dolor ocasional. Sabes tan bien como yo que no queríamos llegar a este punto. ¿Por qué lo has permitido? No quería volver al pozo del que tanto nos costó salir (aunque ahora dudo que alguna vez saliéramos). ¿Por qué lo has permitido?

sábado, 23 de junio de 2012

Explosión 02

No te das cuenta, y no me ves encerrado en este puto ataúd blanco. Sí, por supuesto. Está tapizado con satén rojo. Salto al vacío estelar, en busca de la serpiente bicéfala que se tragó la luz que agonizaba en los versos de Dylan Thomas. Lanzo mil maldiciones al sol que alumbra cada mañana, cada nuevo día que me veo obligado a existir en un campo de tulipanes marchitos, de dientes de león que vuelan arrastrados por torbellinos crueles, derechos al olvido, o a la solapa de la chaqueta de un soldado sin nombre. 

Porque todos somos eso, malditos muñecos sin rostro, sin ni siquiera un triste número de serie. Nos fabrican, nos empaquetan y, al salir de nuestros embalajes, nos vemos desvalidos y perdidos. Pero debemos ser fuertes y luchar, y encontrar el lápiz con el que dibujar en nuestra cara vacía una sonrisa, con el que escribir nuestros sueños en papel perfumado, con el que subrayar la palabra amor cada vez que aparezca en cada libro que esté a nuestro alcance.

Me lanzo a las corrientes acuáticas de lo incierto, sinuosas, turbias y con olor a naturaleza muerta. No sé nadar, pero no importa, porque entrarán en mis pulmones las aguas primordiales de la verdad absoluta, y encontraré, de una vez, el texto escrito para mí. Sabré, de una vez, qué demonios pinto yo en esto.


viernes, 22 de junio de 2012

¿Por qué no entiendo...?

¿Por qué no entiendo que el corazón me arde?
¿Que tu recuerdo es el napalm de mi alma?
¿Que un beso falso tiene mecha larga
y que finalmente estalla y hace daño?

¿Cómo entender que da igual donde busque
cuando ya hace tiempo que encontré?
¿Que tengo una irrefrenable adicción
por combatir en batallas perdidas?

No logro entender que una mirada
Derribe al vuelo nuestros pensamientos.
Que esperar una caricia que no llega
Duele tanto como mil latigazos.

¿Y qué pasa cuando busco mi luz
entre pétalos de rosas azules?
Que al encontrarla descubro que es de otro.
Que sus te quiero están hechos de espinas.

¿A dónde voy?

No sé qué sentir cuando el hielo y el fuego chocan, se unen, y bailan al son del frenético vals de la cuerdas de un violín que se rompen cuando el violinista comprende que no hay vuelta atrás. Cómo entender que el viento susurra tu nombre, cuando los árboles, al escucharlo, rien, y en su danza sinuosa me hacen ver que ese nombre no será para mí sino una melodía lejana, una música en si bemol mayor, por supuesto. Una sonata que trae dolor a mi alma.

Aquí, sobre este mar verde, no siento sino un vacío enorme. Aquí, bajo esta cúpula negra y estrellada no siento sino una profunda desorientación.

Y al levantarme, ¿a dónde voy? ¿Debo seguir el sendero que me lleva de vuelta a la agonía del pasado? ¿Debo acaso caminar sin rumbo fijo, a impulsos, a tientas, a la aventura? ¿Debo por el contrario guiarme por las estrellas embusteras que susurran las letras de tu nombre, que tejen en el tapiz de mi ilusión falsas y vanas esperanzas? ¿Debo esperar aquí hasta que el sol abrasador nazca de nuevo un día más, y con su fuego, con su luz me muestre que todo es una farsa? ¿Que estoy donde empecé, sin nada, vacío, sin camino?

miércoles, 20 de junio de 2012

Plumas oscuras

Cómo saber hablar con la cadencia del látigo hecho de olas y sin sentidos que latiga a mi alma ilusa. Cómo saber aguantar las acometidas de mi mente retorcida, de mis esperanzas serpenteantes, de mi estupidez que, a ratos, toma el timón para dirigirme a las rocas con las puntas hechas de sueños imposibles. ¿Y no me doy cuenta? ¿Tan estúpido soy?

Y al final no tengo cojones para mirar a la demencia a la cara y pedirle que baile conmigo, o que se esfume hacia el sol ardiente del olvido. No puedo hacer otra cosa... Me sumerjo en ella con el más masoquista de los instintos. ¿Qué estas haciendo, cazador? Me dejaste desamparado, y jamás imaginé que extrañaría el sonido de tu cuerno de esta forma. Y, ¿qué estoy haciendo yo?

Plumas oscuras.
Un alféizar de piedra.
Y no despiertas.

Y sigo en mi obstinación, siguiendo el camino que me marca la brújula de la autodestrucción. Me adentro en las tinieblas que tejieron su nombre, buscando unas palabras etéreas que sé que jamás nacerán de sus labios. Viajo a lomos del corcél azul de la melancolía, guiándome con los mapas dibujados por la pluma de la apatía. Y en el horizonte, ¿qué alcanzo a vislumbrar? Rabia. Rabia. Rabia. Y luego, un perfecto vacío carmesí. Porque necesito un maldito punto y aparte que no llega. Necesito detener este torrente que fluye de mi esencia.

¿No te das cuenta?
El silbar de las flechas.
Sé como el humo.

domingo, 17 de junio de 2012

Haiku 2

¿Y qué decirte a ti, que de nuevo te muestras inclemente? Sé que tu ansia es difícil de aplacar. Y sin embargo, tengo un haiku para ti.


Canta al silencio.
No bebas agua de mar.
Grita a la luna.

Resiste


Dedicado a aquella mitad perdida encontrada entre pasteles y calabazas. Porque, como a un fénix, te sé capaz de resurgir de las cenizas en las que muchas veces la vida nos envuelve.

Eres el rayo, voraz y candente
que tuvo que nacer en la tormenta
y surcar las nubes en las tinieblas.

Te piensas endeble en la noche oscura,
ajena a la potencia de tu luz.
¡Y no ves la gloria de tu fulgor!

Eres el viento que susurra al bosque
de árboles milenarios y silentes
cubiertos por el manto de Selene.

Llevas la melodía de mil aves
como un portador carente de voz.
¡Si pudieras escuchar tu canción!

Eres el fuego, ardiente y efímero,
encierras en tu esencia llameante
el poder flamígero de los astros.

En ti albergas la más pura energía,
Tu calor es dador de vida y muerte,
¡Si sintieras el tacto de tus llamas!

Por eso aguanta, combate, resiste
A pesar de sentirte derrotada.
No existe nada capaz de ganarte.

Porque tuya es la fuerza primordial.
Aunque no alcances a empuñar tus armas.
Fuiste creada para la victoria.



viernes, 25 de mayo de 2012

Carta 15


Al cazador que yo creí dormido,

Y aquí estamos una vez más. Tú, glorioso y exultante, me miras con soberbia, sabiéndome débil, esclavo de tus designios y caprichos. Yo, derrotado y consumido, te miro tirado, aún sin fuerzas, sobre el campo de batalla. No hay forma de parar el ansia que me corroe. No hay un lugar en el que poder descansar, en el que escapar de tu influencia. Acabas encontrándome, me susurras palabras directas a mi ser, y no puedo sino entregarme a ti y a tu sonrisa hecha de excesos.

Cómo quisiera ser capaz de sentirme bien sin tu presencia. No extrañar el sonido de tu cuerno, el tacto de mis garras arañando la piel de nuestras presas. Yo no nací para esto, pero cada vez me atraes más a tus sombras hechas de pecado, te lanzas en picado desde la cornisa de la cordura y yo no puedo sino fundir nuestros cuerpos en un abrazo y saltar contigo.

¡Déjame en paz de una vez! ¡Que quiero ser capaz de ver la luz, de tener la voluntad de ser feliz sin necesitar tu voz que suena como la de todos los amantes! ¡Que quiero poder ver la luz del sol, entregarme a ella, sonreír y sentir que puedo encauzar mi existencia! ¡Me detesto tanto cada vez que acudes a mí, no, que YO acudo a ti, cada maldita vez que busco tu nombre en mis labios, tus manos guiando las mías hacia las formas de nuestra nueva presa, tus pasos dictando el camino de los míos hacia un nuevo exceso!

Hay veces en las que me siento un ser patético. Pero ya lo ves. Al final, lo único que me queda es someterme a ti, darle la espalda al ayer, y cerrar los ojos frente al mañana. Que mi tacto se encargue de todo por hoy. Que mi hambre se sacie en el presente simple de indicativo, pues para mí… En este momento… Para mí no existen más tiempos verbales.

Sin más, me despido.

V. S.

jueves, 24 de mayo de 2012

Los Unicornios Intentando Soñar...


Eres una lanza que corta los aires, elevándote para volar a perforar mis entrañas. Eres como el fuego eterno que me condena a la perdición, una espiral sin retorno a la que arrojarme, a la que entregarme sin capacidad alguna de control.

Y tantas cosas podrían ser, si tu quisieras…
Solo queda la oscuridad, seca y cegadora.
Podría llamar a la pasión de mil maneras
Y no queda más que tu nombre, que me devora.

Ven aquí, quiero volver a perderme contigo por los montes de seda en los que cada noche Morfeo me cubre con su manto de ilusiones y terrores nocturnos. Quiero sentir tu cuerpo junto al mío, siendo una misma cosa, una simbiosis perfecta, una melodía que se acerca, irremediablemente, al acorde final.

Añoro tus labios, que invitaban al deseo,
y tus  formas fundiéndose en placer con mi ser.
Provocas en mi esencia un delicioso aleteo.
Pasa el tiempo y mi alma clama por volverte a ver.

Y al final, cuando todo parece una escultura nacida del cincel de Miguel Ángel, llegáis tú y tu martillo de mentiras y falsas sonrisas, y dinamitáis todo sin más. Traes el Apocalipsis a mis emociones, me arrancas el corazón, se lo arrancas de igual forma al cazador, y lo lanzas a la luna menguante, casi nueva, cómplice de tus engaños.

Y a pesar de todo, todo por ti lo daría.
Aunque me claves tus alfileres ponzoñosos.
Aunque arranques el mismo sol del cielo del día.
Aunque seas la causa de mis ojos llorosos…

No puedo evitar sentir que fuimos creados con el propósito de encontrarnos. ¿Nos creó acaso un dios macabro, infundiendo en nuestra naturaleza el deseo de autodestruirnos? Los besos fugaces dijeron lo contrario. Pero tus palabras, ¡ay, tus palabras!… Lanzadas al aire para matar como terribles saetas. Forjadas por un herrero especialista en armas de tortura. Tus palabras me flagelaron, arrancando de mi alma ilusa jirones de realidad.

No puedo evitar desear gritar a los astros.
Cuidado, no pises eso, son trozos de mi alma.
Te llevaste mi ilusión y borraste los rastros.
Me arrasaste, dejándome incapaz de hallar calma.

domingo, 20 de mayo de 2012

Y al final...

Mar de estrellas. Sincronía de emociones que caen en picado contra la tierra regada de falsas esperanzas. Anhelo de lo nunca conseguido Sinfonía de palabras gritadas en silencio. Y al final, quedamos nosotros. Y la puerta negra, adusta e infranqueable.

Caballero de armadura empeñada, vendida pro las monedas con las que trataste de comprar sentimientos grises tejidos con jirones de hipocresía. Miraste a la luna, invisible tras las nubes de indiferencia. Y entonces, te viste en el reflejo de las aguas nocturnas. Perfecto cazador, tan rabioso en tu interior, tan contenido... Prisionero en tu propia esencia sanguinaria. Y al final, quedamos nosotros, y la ausencia de un lugar al que pertenecer.

lunes, 16 de abril de 2012

Míos

Viajamos por un ensueño eterno de nubes rasgadas por los dedos de un niño que nació entre tormentas de pétalos de azahar. Nada tiene sentido a primera vista, pero a medida que nos acercamos, todo parece encajar. Y cuando casi alcanzamos a tocarlo, descubrimos que lo que tenemos delante no es sino una quimera carente de realidad.

Grito tu nombre, y mis palabras rebotan por los corredores infinitos que nos separan. Tras cada puerta, un anhelo, un deseo, un delirio, un recuerdo. Pero todas ellas están cerradas a cal y canto. Son inexpugnables e inaccesibles.

En la inmensidad verde de la naturaleza te sé distante, como distante te supe en las últimas pugnas de nuestros labios sedientos. En la negrura espesa que me refugia y me latiga con jirones de verdad sombría, comprendo que jamás saciaré mi hambre. Y tendré que buscarle de nuevo, liberarle de las cadenas que lo someten, y arrancar del destierro la esencia de aquel al que, por temor, siempre te negaste a conocer.

Una vez libre, alzará sus manos al sol. Su cuerpo desnudo, glorioso y exultante tras el final de su cautiverio, brillará más que el propio astro. Y con su voz melódica llorará y reirá al mismo tiempo. Desafiará a todos los poderes, pensándose todopoderoso, o quizás, sintiendo que no le queda nada que perder.

Por supuesto nadie acudirá a atender el desafío y, mostrándose invicto y radiante, se dirigirá hacia mí. Se acercará a pasos cortos, sin pudor alguno pese a su desnudez. Y yo correré a su encuentro, carente de toda voluntad. Porque lo único que necesitaré en esos instantes, será que sus ojos gélidos y analíticos, sus labios carnosos hechos para morder y escupir la verdad, y su rostro de depredador cincelado en un bloque de seguridad, sean míos. Solo míos.

domingo, 1 de abril de 2012

lunes, 19 de marzo de 2012

Ausencias

Nuestras miradas se cruzan donde nos separamos la última vez. En nuestro sitio favorito. En el único lugar en el que parecemos encajar. En mitad de ninguna parte. Caminas hacia mí, y yo camino hacia ti. A pesar de la ausencia, nada parece haber cambiado. El anhelo está en tu mirada, el deseo en la mía. Y ambos vuelan, escapándose de nuestro mirar, baten sus alas inexistentes y van al encuentro el uno del otro, hasta chocarse en una explosión de mil tonos grises y escarlatas.

Cuando llegas hasta mi me sonríes, y yo me quedo boquiabierto, mirando tus facciones duras, tu barba incipiente, la forma de tus ojos de depredador. No te recordaba así. Y sin embargo, no has cambiado lo más mínimo.

—¿Dónde has estado?— me preguntas sin más, sin siquiera saludar, sin siquiera interesarte por cómo me encuentro. Así eres tú, y así fuiste siempre. Directo, jamás lanzaste ni una sílaba de más.

—La última vez que nos encontramos me hiciste entender que necesitaba encontrar ciertas cosas. Así que salí a buscarlas.

Tú no pareces creerte mi respuesta. Me miras con expresión socarrona, analizándome, recorriéndome de arriba abajo.

—¿Y qué has encontrado?

Aprieto los puños, notando la rabia haciéndose más presente en mi interior.

—Más ausencias.

domingo, 26 de febrero de 2012

Despierta

Y todo se desbarata como un castillo de naipes. Se viene abajo, como arriba se vienen las sensaciones dormidas en las tinieblas que siempre me habitaron. No importa nada ahora. Estamos en un lugar del que no se puede volver. Corremos a ciegas, con las manos extendidas, intentando agarrar los pedazos de felicidad que se nos escapan. Son rápidos, fugaces, y cuando creemos haberlos agarrado, se nos escapan de entre los dedos como la arena del desierto alumbrado por la luz de una luna menguante en el que mueren todos los suspiros.

Piensas que la soledad no te afecta, que eres un cazador, un depredador, una criatura de la noche. Y sabes, que en el fondo, solo te engañas a ti mismo. Eres débil por más que te pienses fuerte, y careces de la voluntad para cambiarlo. Solo sigues adelante como un autómata, esperando que los eventos de tu vida se sucedan unos a otros. Eres como una pantera en una jungla muerta, de árboles calcinados y ríos secos llenos de los restos de lo que alguna vez fue vida. Pero te cortaron las garras, y tus colmillos ya no son lo que solían ser.

Pero aún hay algo dentro de ti. Sabes tan bien como yo que lo hay. Por eso te dedico estas líneas. Por eso me dirijo a ti después de tanto tiempo. Abre los ojos, ángel de tinieblas, y toma las riendas de los vientos, pues tus alas de plumas negras no fueron hechas para volar al son de las corrientes. Sé fuerte y aguanta las acometidas del destino, pues tuyo es el poder de influir en la forma en la que este se teje para ti. Parte en busca de tus armas. Sabes que una vez fueron tuyas, te supiste poderoso, capaz de todo.

Esgrime tu espada flamígera con fiereza, y no tengas piedad de aquello que te acompaña en tu travesía por la oscuridad. El fuego de la verdad te enseñará el camino de la luz si empuñas el mandoble con voluntad y determinación. Necesitarás también tu lanza, con la punta forjada en la fragua de los sueños nacidos de la inocencia. Lánzala, lánzala lo más lejos que puedas, y sigue la trayectoria, pues en su vuelo verás que eres capaz de que tus propios sueños se vuelvan tangibles. Y no olvides tu escudo hecho de determinación, adornado con los rubíes y las esmeraldas del autoestima. Que nadie sea capaz de dañarte, ángel funesto, pues solo podrán causarte dolor aquellos a los que tú les des el poder de hacerlo.

martes, 21 de febrero de 2012

Quiero hundirme en tus besos de plata

Quiero hundirme en tus besos de plata
y volar con alas de plumas negras.
Eres fuego, y sin saberlo alegras
un alma que al alba se desbarata.

Eres como una lágrima que hidrata
mis versos, y con tu ser desintegras
mi existencia, como crueles legras
me acaricias, y tu ausencia me mata.

Fuimos como un beso en la última noche.
Fuimos un oportuno susurrar.
Fuimos amantes del dulce derroche.

Fuimos el sol reflejado en el mar.
Fuimos separados por el reproche.
Fuimos siervos del amor y el amar.

Fuiste para mí...

Al fin puedo llamarte por tu nombre. Después de tanto tiempo me doy cuenta de lo que eras para mí. Un veneno. Un muro. Una luz cegadora. Un mal envuelto en sueños ridículos y coloridos. Cómo quisiera no necesitarte de esta forma, que fuera más fácil apartarte de mis pensamientos y de mis deseos.

Esta guerra es mía, cariño, ya puedes quedarte en tu maldito búnker, y no salgas de ahí si no quieres que te vuele la tapa de los sesos con mis canciones compuestas mientras me hundía en el desamor, con las ilusiones que tu sonrisa cálida y blanquísima como la cal tejió para mi alma crédula, con la rabia de saber que todo esto podría haber sido diferente.

Pero todo ha llegado a este punto. Somos tú y yo. Dos cometas atraídos por diferentes órbitas. Dos notas en diferentes pentagramas, el tuyo en clave de sol, el mío en clave de fa en cuarta. Perteneces a lo intangible, a lo inalcanzable, igual que perteneciste a lo más profundo de mis pasiones. Y yo… yo simplemente pertenezco a la música, y al viento ululante que acaricia  los árboles en las noches de invierno. Podríamos haber llegado tan lejos, hacer tantas cosas… Pero no fue posible, nuestros caminos están destinados a no cruzarse.

Por eso, quisiera presentarme delante del escritorio del cabrón que escribe las historias de nuestras vidas y apuñalarlo con el témpano que decidir apartarme de tu calidez dejó donde antes había un corazón palpitante. Porque en el fondo soy un mentiroso. Porque, en realidad, fuiste para mí un acorde perfecto en mitad del silencio, el tacto de la madera bajo mi barbilla, el aroma de un incienso dulce acariciándome en la oscuridad. Reconozco que jugué con el fuego, y me gustó, pero, como avisaron, me acabé quemando.





viernes, 17 de febrero de 2012

No consigo entender...

Parece que no lo conseguimos. Siempre nos creemos al otro lado de la valla, y cuando miramos a nuestro alrededor, comprendemos que aún no hemos saltado. Estamos encerrados aquí dentro, y no hay posibilidad de escapar. Lo siento, pero nos quedamos aquí hasta que alguien se atreva a meter la llave en la cerradura. Esperemos que los gritos no le asusten, no sería muy apropiado.

Mira que te tengo dicho que no dibujes amapolas, que los destellos del sol en el agua estival saben a los labios de un primer beso. Siempre te digo dónde está enterrado, y cómo desenterrarlo, pero tú sigues con tu testarudez. Elevas tu telescopio al cielo, pretendiendo saber a qué huelen los sollozos de los vientos que fueron desterrados. Los expulsaron del palacio de cristal donde serpientes y arañas bailan al son de los dedos de nuestro dolor, que repiquetean en el frío mármol de una escalera de caracol que sube hasta la falsa felicidad que tejieron para nosotros con hilos de hipocresía de color magenta.

Sube conmigo, incluso te dejaré las riendas de mi carro tirado por dos sonrisas, una sincera y otra teatral. ¿Sabrías distinguirlas? Sí, eso es, la sincera es la que tiene un lunar en el lomo. La otra tiene las patas blancas, y se encabrita si se cruza con alguna culebra. Conduce, y llévanos más allá del arcoíris en blanco y negro que alguna vez pudimos acariciar con las manos cubiertas por guantes de látex. Guíanos por los caminos tortuosos de la confusión que pueblan estos bosques hechos de te quieros apresurados y de versos malgastados y quemados bajo la luz de una lámpara de gas.

Que no quiero sino romper las ataduras que nos unen a las alas de las palomas negras que quieren picarle los ojos al cadáver de nuestra musa, a la que una vez conocimos por los siete nombres secretos de la verdad, que no quiero sino sentirme fuera de esta caja de plástico en la que me encerraron junto a una quinta no tan justa como debería, que no quiero sino sentir una mirada como la mía, una mirada sincera, y poder, por fin, cerrar los ojos. Poder, por fin, descansar. 

Y que todo sea una explosión de pétalos ardiendo en el aire, volando en espiral a nuestro alrededor, porque las espirales no son sino principios seguidos de finales seguidos de principios, y eso es lo que quiero, un bucle en el que perderme contigo o sin ti, un lugar del que no salir ni para coger aire, un lugar del que desear escapar, dejando solo llamas tras de mí. 

Y sin embargo, te quiero.


Carta 10

Buenas noches,

Estoy contento, ¿sabes? Voy evolucionando de formas que jamás me creí capaz.

Te escribo para decirte que hace tiempo que no te siento conmigo, y eso me hace sentirme estúpidamente bien. No es que no te eche de menos, pero empiezo a darme cuenta de que aquí mando yo, de que eres fácilmente desechable después de todo, de que ya no tienes el control sobre mí. Seguro que cuando leas eso sonreirás, y pensarás que soy un necio. Y yo tendría la certeza, si te viera hacerlo, de que el necio eres tú si acaso opinas que las cosas son como antes.

Sabes tan bien como yo que he vencido a mis demonios. No, a ti no te considero mi demonio, no te tengas en tan alta estima. Tú eres, simplemente, como Jeff Lindsay escribió, “mi oscuro pasajero”. No, tú no me haces matar, quizás porque aún me falta saltar algún que otro muro para alcanzar el grado de psicópata, pero me haces igualmente cometer acciones de las que me acabo arrepintiendo irremediablemente. Mi vida, hace un tiempo, era una sensación continua de arrepentimiento. Sabes bien de lo que te hablo. Y puedes decir a boca llena quién tiene la culpa. Y yo, ¿qué podía hacer? Solo soy un patán sin voluntad.

También eres conocedor del hecho de que tengo adicciones inconfesables. Sí, lo sé, nací con casi doscientos años de retraso. Pero qué quieres que le haga, ya no es época para enamorarse de unos ojos verdes reflejados en el agua, o de un rayo de luna, aunque tal vez sí de Lotte. Bueno, durante un tiempo pude comprender a Werther, pero ahora las cosas han cambiado.

Es curioso, pero estoy bastante saciado por ahora. Me siento estable, y parece que no necesitaré más teatro en un tiempo. Estoy pensando en guardar la colección de máscaras en el baúl de nogal que encierra todo lo bueno que alguna vez pude tener. Me siento como un campo que, después de haberse pasado todo el invierno bajo la nieve, vuelve a notar la calidez del sol. ¿Cuánto crees que durará esta vez?

De todas formas, no quiero que pienses que voy a olvidarme de ti. Puedo asegurarte que, en un tiempo, voy a necesitarte de nuevo. Siempre acabo necesitándote. Y entonces gritaré tu nombre, soplaré el cuerno (tres veces no, tranquilo) y sabrás que tenemos trabajo de nuevo. Hasta entonces descansa, amigo mío, has luchado bien esta batalla, pero por ahora, cuelgo la espada.

Un abrazo y hasta siempre,

V.S.

¡Sorpresa!

Me elevo en el aire, dejo atrás la tierra que en su ansia egoísta me asía contra su superficie, mi cuerpo, lastre inútil entregado a toda clase de pasiones, y mis lágrimas, tantas veces derramadas por nimiedades absurdas. Es hora de avanzar, de no mirar atrás, ni abajo. Vuela, ángel de tinieblas, vuela como nunca lo hiciste, y no pienses en las consecuencias. Escapa de este lugar mustio, pues aquí solo queda una tierra yerma de la que nacerán quimeras retorcidas por el dolor iridiscente de los recuerdos susurrantes.

Eres un soldado que no sabe vivir en paz. Sabes que eres adicto al dolor, un yonki del sufrimiento. Ya sea tuyo o ajeno, disfrutas con ello, te regocijas, y los sollozos te suenan como la más maravillosa de las sinfonías. Tienes alma de poeta desalmado, de músico frustrado, de loco enamorado, de torturador torturado. Cuando todo está en calma, te sientes inquieto, con ganas de pegarle a alguien por el mero hecho de notar el revuelo. Cuando todo está tranquilo, quieres agarrar el sol y derribarlo de los cielos. Que caiga en el bosque infinito de tus sueños perdidos, y que todo arda, que no queden ni las cenizas. Cuando solo queda la quietud, quieres que el mundo entero sea una explosión.

¿Estás listo? Te toca salir al escenario, una noche más. Venga, se te da bien interpretar el papel. Sonríe al público, que se te note seguro de ti mismo. Haz lo que siempre haces, sujétate bien la máscara y cíñete al papel. ¿Cuántos has interpretado a lo largo de tu vida? Ya perdimos la cuenta. Pero no importa. Sigue interpretando un poco, todo se resume a eso, a una farsa esperpéntica. Después, entre bambalinas, la risa de siempre. ¿Cómo no se dan cuenta de que todo es un mero espectáculo? Los artificios de siempre siguen funcionando, y todo te parece absurdamente patético. Después, entre bambalinas, la preguntas de siempre. ¿Por qué lo haces? ¿Qué sacas tú con todo esto? Pero, ¿qué más da? El espectáculo debe continuar.

Y al final, volvemos a estar tú y yo, la misma cosa en dos mitades, envueltos por nuestra cinta roja y dorada, con una inscripción que, con letras negras y doradas, anuncia lo único verdadero que tenemos para ofrecer a nuestra querida audiencia: demencia.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Confesiones y delirios con sabor a melocotón.

Laúd a la espalda, pluma en mano, y tormenta en el corazón. Cuando sientas que nada tiene sentido, que todo se mezcla en una amalgama de confusión, que la quietud fue profanada de forma cruel, con desdén, entonces sabrás que he llegado.

Nadie dijo que esto fuera a ser fácil. No se puede perseguir al viento, muchos enloquecieron siguiendo sus pasos, intentando pronunciar su nombre. Querrás someterme, sentirme tuyo, sentirte mío quizás, pero sabrás, llegado el momento, que nada es lo que parece. Caerás en mi red, en mis artimañas, sentirás mis fauces cerrándose sobre tu cuello y escupiendo una masa de carne y de sangre, y entonces sabrás que he llegado.

Soy inexpugnable como una fortaleza construida con humo y luces de neón, intangible como las nubes que se disipan en una tarde de verano húmedo, incomprensible como un trabalenguas escrito en una lengua para la cual no encontraron piedra de Rosetta. Soy un hechizo lanzado por un mago lunático y novato, en latín artificial, mal pronunciado, por supuesto, las ces no suenan como una ch, ¿crees que esto es italiano? Sin embargo, acabo haciendo efecto, sentirás mi magia en ti, y entonces sabrás que he llegado.

Me agazapo en la noche, me camuflo con la máscara del Dottore, con la nariz de cuero blanco y negro bien larga, para poder olfatear mejor las intenciones falsas de la basura de tu calaña. Te observo, me río de tu existencia patética, y donde antes hubo repulsión por la forma en la que perviertes los ideales en los que baso mi forma de ser, no hay ahora sino una lástima profunda y absoluta, porque te he escogido como mi presa, y voy a ahogarte poco a poco, haciéndote daño, deleitándome con ello. Llegará el día en el que te sientas exhausto, vacío, sin un motivo para seguir existiendo, y entonces sabrás que me he ido.

De necesidades atroces, discordantes, amores negros recalcitrantes.

Soy la hoja de un diente de león negro, mecida por los vientos gélidos del norte. Me transportan en sus brazos las aladas corrientes, me conducen a lugares lejanos donde me dejarán caer a mi suerte.

Te miro sentada frente a mí, me hundo en las dos praderas iluminadas por el crepúsculo que alumbra tu mirar. Corro entre la hierba infinita, acompañado de una jauría de perros ovejeros. Las ovejas, por supuesto, no están. Hace tiempo que se transformaron en estrellas, y se marcharon hacia el horizonte, hacia el cielo de tormenta perpétua que cubre todo el paisaje, montadas en barcas que cruzaron los ríos dorados hechos de miel que desembocan en tus labios y en las formas sinuosas de tu espalda.

Soy la segunda y la tercera cuerda de un violín vibrando a la vez, creando una melodía llena de acordes en re mayor. El sonido va, viene, y vuelve a ir para volver a venir, oscilante, dulce, pasional. Y todo acaba en un arpegio, como siempre. Los arpegios son un final brillante.

Mis dedos buscan tus formas, sedientos como viajeros después de una larga jornada en los caminos llenos de piedra y polvo. Mis labios buscan refugiarse en ti, buscan un lugar en el que pasar la noche, y los días, y la propia eternidad. Mi lengua busca a la tuya, excepcional compañera de baile, para fundirse de nuevo en un baile apasionado, en tres por cuatro, a ritmo de vals, al son de mi corazón, de tu alma, y de nuestra falta de razón.

Soy el sol de un sistema solar lejano, sin planetas habitables, sin lunas, sin vida. El rey de un amasijo de piedras muertas que flotan en el olvido, hasta que decida, un día como otro cualquiera, acabar con todo. Me transformaré en una gigante roja, y engulliré cuanto esté a mi paso. Seré implacable, voraz, ardiente.

Mi ser te busca en la soledad, pues sabes que no soy capaz de existir si no te sé en mi existencia. No importa que uses contra mí tu látigo de crueldad, o que yo use contra ti mi mandoble hecho de egoísmo, al final, somos una simbiosis perfecta. Una misma cosa dividida en dos por el mero capricho de la Creación. No sé jugar a este juego si no es en cooperativo. No sabes encargar comida para llevar si no es para dos. No sabemos vivir si no es espalda con espalda, cubriéndonos de cuanto nos rodea. Tú y yo contra el mundo.