domingo, 24 de junio de 2012

¿Por qué lo has permitido?

Ahora entiendo a aquel que murió de sed en el estanque. No es posible tocar las estrellas, pues en su titilar intermitente, nos despistan, desconciertan, desorientan. Y mientras tanto tu clamas por salir, gritando mientras golpeas los agrietados barrotes de tu prisión de ébano negro. Te contengo a duras penas, haciendo acopio de toda mi fuerza de voluntad. Cuanto tiempo aguantaremos así? Solo la luna lo sabe.

Y mientras la noche y el dia se confunden, mientras mezclan sus esencias para fundirse en la misma cosa, veo como el capricho del destino me otorga una nueva máscara. No, me niego a soportar su carga. No soy capaz de escuchar las gaviotas que sobrevuelan las playas de la unión simbiótica perfecta. Su sonido se me clava en el alma (y me pregunto como queda espacio para que se me claven más cosas).

En mitad de la nada. Ahí es donde pueden encontrarnos ahora mismo. En el más profundo vacío, aislados sin más compañía que la del dolor ocasional. Sabes tan bien como yo que no queríamos llegar a este punto. ¿Por qué lo has permitido? No quería volver al pozo del que tanto nos costó salir (aunque ahora dudo que alguna vez saliéramos). ¿Por qué lo has permitido?

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