domingo, 26 de febrero de 2012

Despierta

Y todo se desbarata como un castillo de naipes. Se viene abajo, como arriba se vienen las sensaciones dormidas en las tinieblas que siempre me habitaron. No importa nada ahora. Estamos en un lugar del que no se puede volver. Corremos a ciegas, con las manos extendidas, intentando agarrar los pedazos de felicidad que se nos escapan. Son rápidos, fugaces, y cuando creemos haberlos agarrado, se nos escapan de entre los dedos como la arena del desierto alumbrado por la luz de una luna menguante en el que mueren todos los suspiros.

Piensas que la soledad no te afecta, que eres un cazador, un depredador, una criatura de la noche. Y sabes, que en el fondo, solo te engañas a ti mismo. Eres débil por más que te pienses fuerte, y careces de la voluntad para cambiarlo. Solo sigues adelante como un autómata, esperando que los eventos de tu vida se sucedan unos a otros. Eres como una pantera en una jungla muerta, de árboles calcinados y ríos secos llenos de los restos de lo que alguna vez fue vida. Pero te cortaron las garras, y tus colmillos ya no son lo que solían ser.

Pero aún hay algo dentro de ti. Sabes tan bien como yo que lo hay. Por eso te dedico estas líneas. Por eso me dirijo a ti después de tanto tiempo. Abre los ojos, ángel de tinieblas, y toma las riendas de los vientos, pues tus alas de plumas negras no fueron hechas para volar al son de las corrientes. Sé fuerte y aguanta las acometidas del destino, pues tuyo es el poder de influir en la forma en la que este se teje para ti. Parte en busca de tus armas. Sabes que una vez fueron tuyas, te supiste poderoso, capaz de todo.

Esgrime tu espada flamígera con fiereza, y no tengas piedad de aquello que te acompaña en tu travesía por la oscuridad. El fuego de la verdad te enseñará el camino de la luz si empuñas el mandoble con voluntad y determinación. Necesitarás también tu lanza, con la punta forjada en la fragua de los sueños nacidos de la inocencia. Lánzala, lánzala lo más lejos que puedas, y sigue la trayectoria, pues en su vuelo verás que eres capaz de que tus propios sueños se vuelvan tangibles. Y no olvides tu escudo hecho de determinación, adornado con los rubíes y las esmeraldas del autoestima. Que nadie sea capaz de dañarte, ángel funesto, pues solo podrán causarte dolor aquellos a los que tú les des el poder de hacerlo.

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