domingo, 5 de febrero de 2012

Eres y no eres

Eres como un látigo inexorable que golpea mi espalda hecha de retales de pecados sin confesar. De nuevo me golpeas, una vez, otra, y otra más. Noto tu caricia funesta y me estremezco. Eres como el sol tras una noche sin dormir, inesperado e inquisitivo, como los primeros brotes tras las heladas, díscolos y llenos de vida. Puedo verte frente a mí, pero no tocarte, porque tu piel está hecha de estrellas incandescentes, forjada a través de mil noches repletas de poesía, soledad y confeti de color carmesí. Eres una criatura salvaje encerrada en una jaula de prejuicios y resentimiento. Un ángel que empeñó sus alas por una botella de Jack Daniels y una bolsa llena de gominolas de fresa.

No eres ni mucho menos una buena persona. Sabes que nada te preocupa, nada te afecta, no piensas en nadie jamás. Solo piensas en ti, y en el tranvía que te robó los sueños aquella noche cubierta de nubes de lluvia ácida. No eres ningún ladrón, y sin embargo te ves tentado a llevarte mi alma. Acércate, ¿ves como brilla? Sí, es un alma de cristal. Cuidado, hace tiempo que la hicieron añicos, así que podrías pincharte. Los restos de ese comedero fueron mi corazón, no te preocupes. Se los di de comer a una serpiente de color cián llamada Ingenuidad. No eres en absoluto una criatura de la noche, y sin embargo, en las noches vuelves a mí, quieres envolverme con tus alas. ¿No te das cuenta de que no puedes tocar lo intangible? Soy como el rayo en una noche despejada, repentino, poderoso, pero fugaz.

Eres un aliado que aparece cuando la batalla ya está perdida. No eres un buen samaritano, lo siento, pero tus espinas se clavan allá por donde pasas. Eres buen amigo de tus enemigos, claro, mejor a la hora de apuñalarlos por la espalda. No eres un concierto para violín, y sin embargo eres continuo, variable, cambiante. Subes, bajas, y subes para volver a bajar. Y al final acabas con unas notas muy suaves y un arpegio en pizzicato. Un arpegio menor, por supuesto, con la séptima disminuida.

Podría pasar la noche entera diciéndote lo que eres y lo que no eres. Y sin embargo, algo está claro. Eres yo. Y no eres yo. ¿Quién eres? ¿Quiénes somos?

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