miércoles, 8 de febrero de 2012

Ven aquí...

Me siento caer de nuevo. A pesar de todas las advertencias, todo el esfuerzo por mantener la mente fría, por no sumergirme en su vorágine... No sé cuánto tiempo resistiré. Sé que a veces no te soporto, que me resultas repugnante. Y en momentos como este te necesito. Soy adicto a ti, a tu presencia, a tu poder. Cuando te siento lejos, mi alma parece estar envuelta en napalm.

Hay veces en los que ya no soporto más esta espiral de demencia, y tengo que salir corriendo. No miro atrás, por supuesto, no quiero ver la jauría de quimeras que me persigue. Solo pienso en seguir hacia adelante, en intentar llegar a un punto del cual no poder volver. Y sin embargo, jamás lo alcanzo. No soy capaz de llegar a mi destino, de hallar el camino envuelto por la negrura espesa de las sombras que ocultan mi raciocinio. Y al final, siempre acabo tropezando con la misma piedra.

Me siento como en una pesadilla de ensueño, con tu rostro de cristales Swarovski mirándome a través de tu prisión de barras de hielo a medio fundir. Me pides la llave,  y con tu sonrisa llena de perlas y de rayos de luna filtrados a través de nubes de tormenta, ¿cómo no voy a dártela? Fabricaría una con mi propia carne si fuera necesario. Te necesito conmigo, y tú lo sabes con total seguridad. Puedo odiarte, puedo sentir que eres en mí un cáncer, pero te quiero conmigo. No sería la misma cosa sin ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario